Bienvenidos al blog sobre la Ley Orgánica de Protección de Datos

Bienvenidos al blog sobre la Ley Orgánica de Protección de Datos, en él iremos poco a poco incluyendo noticias de interés surgidas sobre la normativa para ir comentándolas y resolviendo las dudas que pudieran surgir al lector

jueves, 15 de abril de 2010

Leyes estúpidas

Hay leyes que son completamente estúpidas e inservibles, pero si tienes un negocio te tienes que gastar un pastón para ponerlas en marcha. Una de ellas es la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. No hablo del ámbito de grandes empresas, con muchos andamios y cascos obligatorios, que también. Hablo de empresas situadas en locales que no superan los cincuenta metros cuadrados, con una puerta que es todo el frente que da a la calle en la que te llega un experto en PRL, te cobra un pastón y te pone un cartelito en la puerta de “SALIDA”.

Muy bueno pero si algún trabajador intenta salir por el otro lado, por el de la pared, es que es tonto. Por mucho cartelito que le pongas no va a atinar con la salida, así que es lo mismo. Ya te cuidarás tú previamente de que no esté en tu empresa.

No sólo eso. También te indican, con un pictograma, donde están los extintores. Veamos, si alguien no sabe lo que es un extintor, mal va a reconocerlo por muchos pictogramas que pongan. Además los pictogramas intentan representar un extintor. En vivo y en directo es mucho más fácil que con un dibujito que vaya usted a saber lo que representa. Ocurre lo mismo que con los servicios de los locales de hostelería. Para adivinar si es el de hombres o el de mujeres te lo tienes que jugar a los chinos contigo mismo. Y sólo aciertas la mitad de las veces.

Además explican solemnemente a los trabajadores como para no clavarse una grapa, no hay que poner el dedo en medio y que eviten meter el susodicho en el taladro de papel para no pillarse. ¡Pero si es imposible, el dedo no cabe allí!

Y luego te piden que cuando friegues el suelo pongas el triangulito amarillo es de suelo deslizante. Si el suelo brilla es que está mojado, encerado o que hay una aparición. Encerar ya no encera nadie por el trabajo que cuesta; si fuera una aparición ya te encargarías de correrla a escobazos para evitar las consecuencias, o sea que tiene que ser que está mojado. ¿Para qué señalarlo? ¿Por si alguien se cae adrede y pide daños y consecuencias? Pues cuénteselo al juez.

Pero lo que realmente es desesperante es la LOPD. Te gastas otro pastón para que te digan que tienes que informar a tus proveedores de que no pueden usar los datos incluidos en los ficheros. Ya me dirán lo que le importa al fabricante de bolsas que la señora María se ha comprado una camisa amarilla. También tienes que mandar una carta a los clientes informándole de que tienes sus datos, cosa que ya saben puesto que se los has pedido a ellos; que los pueden cambiar cuando quieran y que te tienen que firmar un consentimiento informado. Y cuando dices al susodicho que firme te mira con cara de póquer como diciendo ¿y éste qué me quiere sacar ahora? Por muchas milongas que le cuentes del consentimiento informado.

Bien, pero como a los clientes no les pille de paso ni se acercan a disfrutar de tan importante derecho. Y como tengan una deuda pendiente, ni se acercan. Si no consigues la ansiada firma, estás en precario y, hasta que no tengas todas, no estás en paz con la Ley Orgánica de Protección de Datos. Al final te das por vencido y decides que es mejor que te multen que recorrer la ciudad como un cazador de autógrafos.

Ladislao García Pardo es escritor y columnista del Diario Montañés

En eso estás en el mejor de los sueños, el día que consigues echar una siesta, y suena el teléfono. No, no es nada importante. Es que Jazztel ha decidido hacerte una fabulosa oferta. No sabes como te las apañas, pero casi siempre es la misma empresa. Aunque digas mil veces que no te interesa y que se vayan un poquito a ese lugar que usted supone, da lo mismo. La próxima vez que lo intente, los encontrará de nuevo en su peor pesadilla.

Te preguntas que de dónde han sacado tus datos ya que nunca has tenido contacto con la empresa en cuestión y, si todos estamos tan bien protegidos por la LOPD como tus clientes, no ha lugar a que tengan tu número de teléfono ni la hora de tu siesta. No lo sabes, pero no falla.

Hay una sección en el programa de Pepa Fernández No es un día cualquiera que se llama El Gruñidero los fines de semana en RNE. Pues una de las quejas recurrentes es ésta. Parece que muchos se han quejado de ello incluso a la Agencia de Protección de Datos y que han recibido la peregrina repuesta de que han de demostrar que han comunicado a la empresa que no quieren seguir recibiendo sus generosas ofertas. Pero para ello has de mandar un burofax rascándote el bolsillo. ¿No sería más lógico que ellos te lo enviaran a ti para pedirte permiso para reventarte la siesta? Pues no, es al revés.

Y no sólo eso. Llegas del trabajo, te relajas, cenas y estás en ese momento previo para enfilar hacia la piltra cuando recibes una llamada. “Una mala noticia”, piensas. Craso error. Descuelgas y descubres a un gangoso que te felicita por ser uno de los afortunados que... Y cuelgas con un cabreo macabeo. Ni siquiera te queda el consuelo de mandarlo al cuerno.

Al final tu enfado es mucho mayor. Tú tienes que gastarte una pasta gansa para ponerte al día en cuestión de leyes pero sólo rigen para ti. Los demás pueden darte el cante para publicitar sus productos cuando les venga en gana y si intentas evitarlo, no te hacen caso. Como si tuvieran patente de corso. De verdad, al final te sientes como un auténtico gilipollas.

Me parece muy bien que se legisle por la seguridad y el derecho a la intimidad, pero con tino y cabeza. ¿Quién va a intentar salir de tu establecimiento por la pared de atrás? ¿Y si hay alguien, vas a evitarlo con un cartelito que ponga “SALIDA” en el sitio que recibe más luz? ¿Vas a salir a la calle contando a todo el vecindario que la señora María se ha comprado una falda nueva? Si es así, allá tú; no la vas a volver a ver en tu vida y perderás una cliente. Seamos congruentes.

Estupendo, si hay que crear puestos de trabajo, que se creen, pero lógicos, que sirvan para algo productivo. Pero crear puestos para rascarle el bolsillo al contribuyente sin un beneficio claro para la sociedad es totalmente absurdo e inconveniente. ¿No querrán convencernos de que estas leyes las ha propuesto el Ministerio de Investigación y Desarrollo, digo yo? Aunque a lo mejor sí; España es diferente.

Fuente: Artículo de Opinión publicado en EL PLURAL
Fecha: 13/04/2010

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