La seguridad del edificio en el que el Gobierno vasco ubica las sedes centrales de varias sociedades públicas en la Plaza Bizkaia de Bilbao -flamante y moderno, inaugurado a mediados de 2006- es manifiestamente mejorable. Esta es la síntesis del informe que la Ertzaintza ha trasladado a los responsables del Ejecutivo, después de realizar un barrido en busca de sistemas de espionaje en las oficinas del grupo Spri. El 'caso Zubiaurre' va a obligar al Gabinete de Patxi López a reconsiderar algunas de las características estructurales de este inmueble, ocupado por empresas públicas como Sprilur, Capital Riesgo, Ihobe o el Ente Vasco de la Energía (EVE).
La búsqueda de micrófonos o aparatos para 'robar' datos oficiales, que comenzó en la tarde del miércoles y se prolongó también durante el día de ayer, resultó infructuosa. El minucioso escaneo que agentes especializados de la Policía autónoma vasca realizaron en despachos y salas de reuniones da a entender que el edificio ya está limpio. Los ordenadores con programas espía que fueron detectados a raíz de una denuncia del propio Departamento de Industria han sido neutralizados y no existen nuevos indicios de actuaciones irregulares.
Un problema conocido
El trabajo de la Ertzaintza -que también ha revisado los vehículos de varios directivos del área de Industria, con idéntico resultado- sí ha permitido concluir, sin embargo, que el edificio, desde el punto de vista de la seguridad, es un 'queso emmental', lleno de agujeros. Las deficiencias son diversas, algunas subsanables con cambios en la organización -es el caso de la seguridad documental, informática o del acceso a las plantas- pero otras son estructurales y más complicadas de reparar en el corto plazo. El informe hace oficial algo que todos los empleados del Gobierno vasco que trabajan en el interior ya conocían: el edificio es «indiscreto». Las paredes y los suelos parecen de papel. Hasta tal punto que las conversaciones que tienen lugar en el despacho de Tomás Orbea, el director general del grupo Spri, pueden escucharse con relativa facilidad en el lugar de trabajo del máximo responsable del EVE, José Ignacio Hormaeche, situado una planta más abajo.
La mayor parte del inmueble está diseñado con espacios diáfanos, pero el acceso a los contados despachos que existen en las ocho plantas -ocupados por los directivos de las empresas- es bastante sencillo. Sus paredes no llegan hasta el techo, tienen una zona abierta en la parte superior y si la puerta está cerrada basta trepar un poco para pasar al interior.
Aunque no figura en el análisis realizado por la Ertzaintza, trabajadores de estas sociedades públicas alojadas en el edificio de la plaza Bizkaia reconocen que la entrada también tiene sus lagunas. Así, recuerdan la anécdota ocurrida las pasadas navidades, cuando se coló en su interior un vendedor de chorizos y jamones, que recorrió todas las plantas ofreciendo los productos de chacinería a los empleados.
«Una pieza separada»
El consejero de Interior, Rodolfo Ares, reconoció ayer que el barrido realizado por agentes de la Ertzaintza es «una pieza separada de la investigación que ya se había realizado y que está en manos del juez». El responsable de la Ertzaintza indicó que habían sido los responsables del Departamento de Industria quienes habían solicitado este trabajo en profundidad, después de que se descubriese que algunos ordenadores de directivos del grupo Spri habían sido manipulados con un programa espía y que estaban siendo monitorizados desde el exterior, a través de Internet.
Ares no quiso desvelar detalles adicionales sobre la investigación, ya que aún se encuentra sometida a secreto sumarial, pero recordó que «hay dos personas imputadas», en referencia a Antton Zubiaurre, ex director de Sprilur, y su ex chofer.
Fuente: El Correo
Fecha: 02/07/2010
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